lunes, 24 de junio de 2019

Arevila

No concebía la vida sin audífonos, ni buena música, ni buena compañía. Cuando algo se salía de su control profelicidad, la descompensación volvía a ella. Cada día era más fácil salir de ahí, los achaques venían con figuras humanas o en forma de billetes inexistentes. Aún quería morir, aún quería salir de esa realidad que poco la satisfacía, pero en sus letras, en su música, sus dibujos y sus usuarios, lograba encontrar algo de regocijo, algo que creía llenarla por ese breve periodo de tiempo. Comenzaba el invierno y poco veía a sus padres, vivir en una ciudad lejana de su pueblo natal la obligaba a estar lejos, pero por opción propia, volver a ese hoyo poco calmaba su malestar crónico. El enfoque estaba en culminar sus estudios universitarios y conseguir sobresalir algo más en la música en la que ella creía, en la que ella estaba dispuesta a sacrificar tiempo compartido con más de alguna persona que cobraba sentimientos por estar tan ausente. Dentro de todo, intentaba cumplir con sus obligaciones como persona, como ser humano dentro de una sociedad capitalista y consumista, visitaba a sus amistades como si fueran esa familia que ella escogía en su camino, en ese período de tiempo que ella consideraba razonable. Los demás fueron abandonando el tren del olvido, bajando en estaciones lejanas a su destino. Otros fueron acompañándola por otros vagones, lejanos, pero continuando en la lucha, entregando lo mejor de ellos a la distancia. Su pasión logró estar en su primera prioridad de vida, por eso logró sobrevivir, tenía tanta pena siempre, pero distraer la mente le calmaba ese sufrimiento. Estar en constante movimiento le permitió lograr la casi independencia, pero quería irse de todo ese espacio que tantos buenos momentos le trajo. Su vida universitaria estuvo marcada por el ejército de muchachos que pasó por sus sábanas, su satisfacción sexual logró ser saciada por los hombres con los que tuvo mayor intimidad, y con los que su apego ansioso patológico no ahuyentaba como solía hacerlo. La vida la hizo así, sus enseñanzas en la educación tradicional no ayudó a entender el fenómeno de sentirse viva, solo la mantuvo ahí, en el limbo, en ese limbo que decía que a través del estudio y la lucha saldría adelante y lograría ser el cambio que tanto necesita esta sociedad. Quizás logre salir de ahí, o quizás se mantenga en esa zona de confort que tanto la ha hecho crecer y madurar ciertos procesos que estaban estancados y entrelazados con otros hechos. Lograr la independencia y los futuros estudios musicales y de la disciplina que aprendió en la academia tradicional es la meta. Salir del país, conocer otras realidades, conocer otras personas, otros mundos, su sueño quiere ser vivido, pero aún falta, y por mientras, se tomaba sus copetes y se fumaba sus caños que tanto le ayudaban a pasar el tiempo de una mejor manera.

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